Los idiomas constituyen esa parte de la formación académica con la que todos deberían contar. Si bien en todos los centros educativos se imparte el inglés como segunda lengua como asignatura obligatoria, lo cierto es que, en ocasiones, no se le brinda la importancia que verdaderamente tiene, no se adaptan las clases a los niveles de los alumnos o, incluso a veces, el temario que se expone no es lo suficientemente ameno como para que a los alumnos les entre el gusanillo de querer aprenderlo.
Y es que la enseñanza de una lengua puede ser todo lo atractiva y llamativa que un profesor se proponga o todo lo complicada y aburrida que, inintencionadamente, se consiga. De lo que se trata, pues, es de conseguir un equilibrio entre lo educativo y lo divertido con el fin de que esto de estudiar una segunda lengua se convierta en un placer en lugar de en una odisea.